Para hacer frente al problema de la vivienda, es importante incrementar el parque público de viviendas estudiando nuevas alternativas a los modelos actuales, como la apuesta por las viviendas colaborativas.

Este modelo alternativo de acceso y tenencia a la vivienda tiene dos características básicas que lo diferencian de otros tipos de vivienda cooperativa: la propiedad colectiva y el derecho de uso.

Estas características están vinculadas al interés social, puesto que las cooperativas en cesión de uso están se conciben como entidades sin ánimo de lucro o de lucro limitado, siendo las propias personas residentes quienes son propietarias. Integrando de este modo la iniciativa pública y privada en un mercado no especulativo, en consonancia con el derecho a la vivienda.

Propiedad colectiva

La cooperativa es siempre la titular de las viviendas y se crea con voluntad de duración indefinida. No es posible, pues, transformar el modelo para obtener viviendas de propiedad privada. La propiedad colectiva evita la especulación, puesto que imposibilita el lucro individual a partir del alquiler o venta de la vivienda. A su vez permite y fomenta la participación de las personas socias de la cooperativa, que son también propietarias, a diferencia de un modelo en el que la propiedad es pública.

Cesión de uso

Las viviendas se consideran un bien de uso y las personas socias de la cooperativa pueden disfrutarlas indefinidamente o por un período muy largo. Requiere una aportación inicial y el pago de cuotas mensuales que se derivan de los costes de adquisición, mantenimiento y funcionamiento del proyecto de vivienda cooperativa, y no de la situación del mercado inmobiliario.

La cesión de uso se establece por un período de tiempo indefinido, las personas socias de la cooperativa pueden vivir allí a lo largo de toda la vida. Esto permite disponer de una vivienda estable donde desarrollar un proyecto de vida propio a largo plazo con vínculos en el territorio.